miércoles, 13 de marzo de 2013

Una renuncia más y la seguridad urbana en Cali.

Un tema que puede ser de interés ordinario, que las noticias reducen a un asunto institucional, puede estar dando para un análisis más amplio; hasta el momento tenemos que el comandante de la policía metropolitana de Santiago de Cali, que ha ejercido en ese cargo por un año y tres meses, renunció o pidió “la baja” en el lenguaje castrense; adujo asuntos de salud, de orden familiar y personal, contando con que además ya cumplió sus años de servicio.
El alcalde de Cali que al parecer fue quien reveló la noticia siendo infidente con el comandante que estaba de vacaciones y se lo comentó al señor Guerrero en un plano personal, amplió el tema diciendo que el renunciado policía iría a recibir ofertas laborales al sector privado; las reacciones no se han hecho esperar por los sectores de opinión; los columnistas en algunos casos dicen que “se agotó por la falta de resultados”, que “no tuvo apoyo suficiente”, que “se le quitó al compromiso”; pero el Secretario de Gobierno, Convivencia y Seguridad de Cali, el señor Holguín, fue un poco mas allá y señaló con tono dolido, que Cali necesita un policía que “se meta en el problema de la ciudad y haga presencia en los sectores inseguros y no un policía de escritorio”. Este es, sin duda, un gesto de despedida bastante evaluativo de las autoridades municipales respecto al general Fabio Alejandro Castañeda…
¿Qué es lo que está pasando entonces con la dirección de la seguridad ciudadana en Santiago de Cali?, el asunto no es menor, las medidas que se han tomado son explícitas: el asesor nacional de seguridad ciudadana Francisco Lloreda definió hace meses un “Plan Piloto para Cali”, desde el tema vial se han implementado las cámaras de seguridad, recientemente ha llegado un bloque de búsqueda para las “bandas criminales” y desde la gestión nacional se han hecho anuncios de renovación tecnológica y de más personal. A pesar de eso, los indicadores y la percepción ciudadana son críticos en este tema, las cosas no mejoran. ¿Por qué un comandante deja un reto a medio camino, sobre todo cuando tiene todos esos respaldos y recursos a disposición?
Hay varias situaciones en las cuales se evidencia una posible respuesta: en recurrentes ocasiones a propósito de manifestaciones de los transportadores por el MIO se observó como el comandante trataba de mantener el orden ciudadano convocando a un dialogo con mensajes disuasivos, mientras miembros del gabinete como el secretario de tránsito lo conminaban a que reprimiera a los manifestantes utilizando un lenguaje por lo menos descortés con la ciudadanía que protestaba; cuando llegaron las noticias de más personal para controlar el delito el comandante retirado de la policía metropolitana fue explícito en expresar que esa era solo una parte, pero que se necesitaban iniciativas de resocialización y atención social de sectores más agresivos de la ciudad; cuando el alcalde a propósito de una escaramuza en el estadio Pascual Guerrero decidió no prestar el estadio para el fútbol, aunque sí lo ha estado haciendo para conciertos privados, el comandante Castañeda salió a decir que la policía estaba para garantizar el servicio y que se requería apoyar las iniciativas de barrismo social; cuando la policía en varias ocasiones cometió desmanes el general salió a dar la cara mas allá de lo convencional y del eufemístico “habrán investigaciones”, el policía fue y ofreció disculpas, excusas, perdón incluso, se dispuso a dialogar sobre las situaciones.
Lo cierto es que estos antecedentes chocan con los énfasis del alcalde y del secretario de gobierno, desesperados exigiendo capturas y resultados (a propósito de las encuestas y las esperadas elecciones de senado y cámara); problemático tema ya que el país sabe como estas actitudes descontextualizadas y resultadistas han terminado recientemente en la vergüenza de los falsos positivos. Se observan entonces varias disonancias: el policía ha tenido más talante preventivo y de construcción social de la seguridad y la convivencia, el alcalde y su secretario de gobierno están en una línea represiva y lo que han puesto a funcionar es el paquetazo nacional de Quico Lloreda. Vale la pena preguntarse ¿donde está la política específica que debe orientar el alcalde de Cali como primer autoridad constitucional sobre este Municipio?, ¿será que lo está delegando excesivamente en el gobierno nacional?, y el secretario de gobierno ¿no será que tiene es un afán electoral?
Se observa pues que en el fondo de la renuncia posiblemente haya una necesaria discusión sobre la política de seguridad y convivencia en la ciudad; todos estos paquetacos tecnológicos y estas estrategias certificadas por organismos multilaterales en realidad en lo que terminan es endeudando mas al país, siendo negocio pulpito para las multinacionales y sus “comisionistas”, aunándose la gran cantidad de mentiras escondidas en las cifras oficiales que maquillan y maquillan lo que todos sabemos que pasa en el cotidiano. Mientras tanto la situación de ruptura de la confianza institucional y la fractura de la solidaridad ciudadana se acrecienta pues no hay medidas de construcción social de la convivencia, en eso, ya está claro, el gobierno del doctor Guerrero es cada vez más deficitario.
Sabemos que estas problemáticas de ciudad se resuelven con un horizonte de país a mediano y largo plazo: Reforma y fortalecimiento a la justicia, reforma a la policía, reforma al régimen de competencias Departamentales y Municipales, pues en la última década hemos asistido a una recentralización del Estado colombiano; pero también una mejoría pasaría por los avances en la construcción de paz y en el desarrollo de políticas de desarme; sin embargo, en el plano local y en el corto plazo es menester visualizar las medidas en torno la construcción del lazo social y a la operación de las instituciones locales de seguridad, a la promoción de la vida y la inclusión de la juventud caleña, sin que se entregue por parte del alcalde la competencia para definir una política específica, porque desde Harvard, Oxford o Bogotá las cosas se ven muy armoniosas y cuadraditas, pero en la vida local estos asuntos tienen otros tonos.
La renuncia del general Castañeda, implicará que llega otro general, ojalá que el que llega mantenga la postura civil y respetuosa -que a pesar de sus resultados y más allá de sus posibilidades- mantuvo el general Castañeda y ojalá que la ciudadanía pueda sopesar los énfasis que el actual gobierno municipal está posicionando respecto a un asunto que nos compete a todos

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