viernes, 18 de abril de 2014



Todos Vamos En Ese Viaje




Ojos de perro azul, mirando cínicamente a la 
ciudad, sonriendo crípticamente a la humanidad, 
juzgando elípticamente a la sociedad. 
Ojos de perro azul, buscando dementemente la 
realidad, esperando de repente ver la verdad, 
brillando ominosamente en la oscuridad. 


                                                                                       Ojos de perro azul. Rubén Blades


Al amanecer lo supimos. Mucho se dijo en el corto lapso de unas horas: se fue Cheo. A mí se me perdió el sentido, después me llegó en la frase de un amigo que poco veo: “Cheo nos hizo”, rememorando una verdad sanguínea desde la magia de las redes que en la distancia permiten el encuentro en el sentimiento.

Yo no te pude hacer un monumento de mármol con inscripciones a colores, pero a  tu final morada vengo atento dejando una flor silvestre de mil amores, aquí hay panteones de gente millonaria que nadie jamás ha vuelto a visitar son tumbas eternamente solitarias sobre las cuales ni una oración se escuchará…

Otros preguntaban por el sitio donde despedirlo, como escarbando desde el dolor en una comunalidad que no existe más allá de nostalgias y de gestos guardados conflictivamente en las retinas, lo demás son delirios de ciudad cosmopolita. La mañana transcurrió parca, como de baja intensidad, como presintiendo el volar de mariposas amarillas sobre una extendida patria que habla el lenguaje de las siluetas mezclado con los tiempos que van de la aureola del amanecer al brillo de los luceros que juegan a caer tras la penumbra.

Oye que la vida es como la universidad no va para ningún lado y no se sabe dónde está, y llegue porque llegue y salí porque salí amo, cuando puedo amar sigo estando por ahí

Sentimiento tú, con el perfume de lágrimas que salen cuando se recuerda a los deudos frente al pelotón de fusilamiento, pasando por las aldeas adoloridas entre la alquimia de músicas engendradas por vientos boreales y el olor a almizcles tropicales que se cocinan en aguas sin tratamiento se vino la otra noticia. Ya en la tarde se juntaron los caballos y ya el caribe urbano que bailaba triste se tiñó de este Macondo nostálgico que le hace silencios a las tardes y susurros a las noches. Patria que se hace ver solo cuando tiene que gritar a la muerte que su triunfo es vacío, que su victoria es efímera y que más fuerte es la memoria y el llanto que la acompaña, mientras corren juntos como lluvias los recuerdos empapando caminos polvorientos y callejuelas con muescas sobre los andenes.

Y me fui yendo, viendo la ciudad con catalejo de córneas semi-cerradas, con lentes sepias, como si fueran ojos cafés mirando en su frenesí frondosas arboledas que cantan sus músicas desde la vieja barriada de San Antonio. Rostros estos y otros de mis entrañas, de tono oscurito y de miradas cristalinas que hablan como viven en el fluir de un decir cantado y contado, que como música son narraciones y como letras son canciones.

Las cosas tienen vida propia - pregonaba el gitano con áspero acento - todo es cuestión de despertarles el ánima.  

Gabo en las largas vacaciones viajando conmigo sobre un columpio de lazos pegados entre si y amarrados a astillas de tabla rodando sobre el eje de un almendro cansino ya en sus calendarios, mientras pasaban las hojas del breve relato de un náufrago, leído en el patio de un inquilinato casi ochentero . Cheo saliendo como gato quejándose del ratón sobre el tejado de una casa con alerones en el que las fiestas decembrinas se vivían con brevas y manjar blancos que viajaban intercambiándose de cuarto en cuarto, mientras explotaban los vientos de Joe Cuba y los cueros de la Fania que aparecían como novedad en un vecindario amarrado a otros, varios, muchos parajes del arrabal. Esto de escuchar a Cheo y a sus compinches en franca competencia con los tangos y boleros que salían de los radios viejos en el juego de parqués o dominó que entrelazaba familias y amigos era un campeonato de sensibilidades y estilos. La lucha entre el viejo radio marca Sharp con radio Eco y la grabadora de casetera marca Seiko con Cheo apareciéndose setentero entre baladas y rocanroles para dispersar los vientos rurales venidos de la montaña ahora en las escarpadas barriadas en construcción.

Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña brava construidas al lado de un río de aguas diáfanas…

Y Gabo discutiéndose en un viejo salón de Santa Librada, pintándose en las paredes de las manzanas aledañas del viejo barrio Santanderino: que el olor de la guayaba era hecho por el sapo de Plinio, que la aventura de Miguel Litín en Santiago era un gran compromiso del escritor, que los del Eme insistían en la imagen mítica del país como un Macondo reducido y que bastaba con eso para salir a hacer la revolución, que el régimen marimbero de Turbay lo amenazó por tener el corazón cerca de la izquierda que entonces era estar actuando en el llamado a los desposeídos de estas tierras a usar los astrolabios y las yerbas santas para curar las enfermedades de la nación y no para hacer drogas asesinas.

No se compra, ni se vende, los sentimientos de un pueblo barrio humilde barrio obrero están sonando los cueros, barrio humilde barrio obrero están sonando los cueros…

Mientras tanto Cheo se dejaba sonar acompañado de Rubén, Maelo y Héctor en las primeras expediciones a la avenida sexta en medio de un coro que ya es celestial, deslizándose entre el péndulo musical que juega divertido  entre una salsa y un bolero. Expedición de adolescentes por la calle Quinta cuando de las casas salían galladas a explorar los parques dejando que las músicas sambas y mulatas cambiaran el destino burocrático y aséptico de la urbe por un variopinto enjambre de sonidos afroamericanos.

Le pregunto a los latinos si la esquina tiene un precio, los dibujos de los niños cuando llegan del colegio, los dibujos de tus hijos cuando llegan, ¡ay! del colegio…

Gabo discutiéndose en los colectivos estudiantiles: que Plinio es un desgraciado, que Cortázar defiende a Nicaragua y Gabo a Cuba, que Gabo es el impulsor de la revista Alternativa; que lo que más se entendía de la revista eran las caricaturas, que si Gabo estaba ahí entonces había que salir a defender el país a la calle porque se lo estaban robando desde siempre, como siempre y para siempre; que la Quinta nos esperaba, que había que ir a los barrios donde los desarraigos se enfrentaban con solidaridad y lucha;  Cheo sonando en  el Coliseo Santa Librada y llevándonos por la exploración del Honka Monka que ya se cerraba, por la Barola en Santa Mónica o por los Tulipanes en el barrio San Nicolás, sonando en poderosos bafles abiertos los domingos en las Brisas de Jamundí y en el Pedregal de Yumbo, lugares estos últimos de peregrinaje en cicla, a dedo o colgados como racimos en escasos buses que se desplazaban entre pitos y músicas gritadas por sus pasajeros.

En los andamios sueña que sueña Juan Albañil con el día de la igualdad… y en esas casas señoras y señores no habrá distinción jamás, con Juan Albañil toditos podrán entrar.

Pero esta trenza vivencial que guarda goces y dolores en un baile inmarcesible ha viajado lejos y alto, ha sido celebrada y recitada por los parnasos del poder. El ritualizado Gabo, el añejo Cheo, los clásicos de la cultura popular vueltos florero de mesa llena. Los maestros, el uno invitado a salir de su patria enamorada y el otro viajando con sus canciones por la Patria Grande, fueron haciendo camino entre la indignidad que nos circunda y las luchas para superar la soledad. Cómo olvidar los festivales, las ferias, las calles de Cali llenas de mariposas colgando de los postes o el sonar de Sobre una tumba humilde una y otra vez en los cementerios donde va a parar la pobrecía y los malandrines que produce el sistema traqueto en las márgenes.

Macondo ya era un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la cólera…

Se aguanta la lancha, pero un día el oleaje no va más  y entonces aparece La muerte pariendo la inmortalidad, La muerte pariendo un nuevo viaje. Nos dejan un mundo abierto con ecos de un pasado que no muere. Presencias espirituales que habitan canciones y narrativas perennes. Cambio de un mundo que nunca volverá y que por lo tanto ya es como fue, como una historia abierta. Nadie va a perturbar el aura que generaron los astrolabios musicales en su expedición rumbera. La detención del mundo gris, para ponerle colores con salsa bailada y con vallenatos y boleros escritos, es el destino de estos espíritus libres que han partido. Para allá vamos con ellos, a ese camino de justicia y solidaridad vamos con las estirpes que están naciendo.   


Santiago de Cali abril 18 de 2014.