martes, 23 de abril de 2013

EL MUNDO. los mundos y la política...



A propósito del nuevo ciclo Maya, aquel que tantos temores generó por el siempre posible fin del mundo en el 2012, es indudable que estamos en nuevos ciclos, nuevas emergencias de mundo, nuevas configuraciones. No son pocos los síntomas de las nuevas formas: los glaciares han elevado su velocidad de deshielo; los países bajos pronto quedarán bajo el mar; un papa renunció y es emérito; otro, llegado del sur, es jesuita pero se puso Francisco y lidera una nueva congregación de miles de feligreses principalmente occidentales que se han hecho incrédulos ante pruebas incontestables de inmoralidad clerical; un asiático joven desafía a los gringos con un dedo en el dispositivo nuclear; los pueblos africanos se devastan en luchas con la prótesis nacionalista heredada del colonialismo; los europeos no salen de la resaca de sentirse pobres y les duele porque no tienen moneda circulante para comprar (¿cómo vivirán ahora?); los gringos no saben qué hacer con el excedente de armas que quedan en sus salas (las que no les venden a los países que tienen bajo su dominio para que nos matemos), y ahora su preocupación es la deuda fiscal que principalmente tienen con los chinos y el hecho de que su gran enemigo, las drogas, entró en franco proceso de legalización (¿cómo controlarán ahora su sociedad narcotizada?). Podríamos seguir, pero ante la avalancha de sucesos es mejor parar para no generar la sensación de que de verdad el mundo se nos cae ente los ojos.

Pero si en la metrópoli llueve, por el sur no escampa: se fue Chávez, uno de los polémicos líderes de la primavera latinoamericana, y lo hereda Maduro, que casi no lo logra pero la derecha extractiva de Venezuela lo tiene en la mira; en Paraguay ganó la presidencia un uribito con tufillo de mercachifles. En Colombia, por su parte y para variar el decorado, la guerrilla de las Farc negocia con el presidente Santos su desmovilización en medio de un ambiente poco propicio para reformas; o sea, están acordando el aviso legal para hacer política, pero dadas las coyunturas recientes en América Latina parece que se están demorando mucho. Mientras tanto, vemos desgarradamente cómo se implementa la locomotora minera y cómo se reforma el sistema nacional de salud en función de los intereses mercantiles. ¿Se han puesto a ver las colas de la gente en las ciudades fuera de los hospitales para que los atiendan? En fin, aquí también, dados los sucesos, parece que se va a caer el mundo, es decir, el país. En medio de su invierno y de su oscura noche también se va a caer; ¿pero cómo se va a caer si escasamente alguna vez se ha levantado? Y sin embargo, de milagro ni el país, ni el mundo, ni la ciudad se caen.

Hace pocos días, una mañana el árbol de grosella tuvo su segunda cosecha y alegró con dulce y sal los diálogos en el hogar; las canciones que sonaron el viernes en alguna calle olvidada alimentaron la fraternidad entre los amigos y aun hoy cada uno sigue tarareando esas canciones; los vecinos que visitaron el sábado el balcón de la casa recordaron los buenos momentos compartidos que nos han traído hasta estos días; si hace falta dinero, los amigos están ahí rebuscando para corresponder la urgencia en una épica heroica marcada por la reciprocidad; mañana la sobrina o algún familiar se gradúa del bachillerato o de la universidad; otros amigos, a pesar de los usureros de la tierra y de la construcción, compraron un apartamento propio; el parque olvidado por la municipalidad fue peluqueado el fin de semana por todos los vecinos; el profesional que echaron de la empresa salió ayer domingo a la ciclovía a vender jugos con toda su familia y está tan contento por el gusto jugero de los caleños que hasta le agradece al desgraciado patrón que lo echó; también es cierto que algún hombre o alguna mujer llora por la ausencia de su amor, pero sabemos que es de esas cosas que implican estar en el mundo; una gata no dejó dormir anoche en algún techo cercano y en la mañana supimos que fueron seis los recién nacidos mininos.

Como pueden ver, los mundos que habitamos se sostienen en acontecimientos cotidianos que se respaldan en prácticas de buena voluntad de las gentes humildes y ordinarias. Los grandes hombres –que eso se creen– no entienden que la sociedad se arma de esas sencillas relaciones cotidianas, aquellas que no son habitadas por la pretensión de SER ALGUIEN distinguido lleno de importancia. En general estos PERSONAJES que son alguien habitan la inmediatez del suceso, la pequeñez de la representación política, la angustia de los recursos y de las necesidades, la vanidad de las respuestas inmediatas; andan diciendo que el mundo se va acabar y además se ocupan de hacernos sentir que ellos son la solución, la respuesta, la salvación; pero el mundo lo sostienen aquellos que pueden percibir, vivir y actuar en los acontecimientos, porque entienden que el mundo es compartido, que lo vivimos en el arraigo natural, en los ritmos vegetales y animales que nos constituyen como cuerpos individuales y colectivos, en una danza que va y viene, en esa intimidad cotidiana, en medio de “la hoguera de ilusiones” y del arrume de edificios y aparatos inservibles. Si se trata de los sucesos, este mundo ya es un fantasma; si se trata de los acontecimientos que se acunan en un caminar que es danza, en un pensar que es sentido y un sentir que es pensado, entonces sencillamente el mundo es un devenir que se transforma con nuestras formas del estar cotidiano y con nuestra capacidad de descentrarnos de nosotros mismos para ver el mundo en otros ojos. ¡Qué sencillo y qué difícil es ejercer una política de la vida que no sea cooptada por el fetiche del Estado, del partido, del mercado o de la publicidad, que ejercen sus tiranías invisibles sobre nuestros trayectos vitales!

Bueno, se me puede decir que estoy siendo unilateral respecto de la relación entre los mundos institucionales y los mundos cotidianos y además que existe una relación de interdependencia entre los espacios y relaciones de poder global y los micropoderes localizados, o en otros términos, entre el país político y el país social. No desconozco eso, pero creo que hay una orfandad de propuestas políticas que no se agoten en la instrumentalización institucional, en el comercio de personalidades globales y en la politiquería, que excluye la posibilidad de la interacción social no vertical. Necesitamos más perspectivas oblicuas, elípticas, transversales de la política, para que todo no se extinga en la obsesión devastadora por mandar y por distribuir unilateralmente recursos según necesidades la mayoría de las veces fisionadas. Por lo pronto, creo que es importante ocuparse por el gato del tejado, por el árbol de grosella y por hacer campaña para tener más familia, más amigos, mejores vecinos. A lo mejor por ahí nos encontramos una propuesta política de sociedad que valga la pena… 

2 comentarios:

  1. "Lo que brilla con luz propia nadie lo puede apagar, su brillo puede alcanzar la oscuridad de otras cosas." cómo hay de LUZ en este escrito, ... y recuerdos y emociones bellas y caminos y muchos pasos por caminar. Gracias por estar allí y publicar. Gracias por por esa posibilidad de encontrarse, "a lo mejor una propuesta polítida de sociedad ..." Franc.Helena

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  2. bueno esta ventana esta pensada para encontrarse y reencontrarse.
    para ir tejiendo todas las luces posibles que nos iluminen un camino compartido.
    un abrazo.

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