viernes, 14 de septiembre de 2012

A propósito de los Diálogos de Paz ¿Y la Suerte del País Qué?


Apenas comienza a moverse en serio el diálogo entre el gobierno y la guerrilla germinan mil tesis sobre el propósito de la paz en Colombia, que en un buen sentido común remite a la superación del conflicto social y político que es canalizado por las vías armadas...
El asunto está en que muchas de las tesis germinadas se marchitan y quedan atrapadas en opiniones dichas, cosas dichas, pero que poco contribuyen a movilizar la voluntad colectiva para avanzar en un propósito común de país. En Colombia movemos mucho la lengua, nos preocupamos mucho de la cabeza, pero poco movemos el cuerpo y poco atendemos colectivamente de los asuntos que nos ocupan.
Respecto a esa situación retórica que en el fondo esconde un gran descompromiso de la ciudadanía respecto de los asuntos colectivos, quisiera enunciar una tesis que ya ha sido dicha ahora y en el pasado, pero que quisiera remarcar y subrayar como la médula del asunto que por estos días, de una u otra manera, nos asalta a los colombianos. Después sólo quisiera señalar para que podría servir esa hipótesis y que podríamos lograr con ella.
El diálogo entre el gobierno y las guerrillas es importante si conduce a un diálogo nacional que permita, rediseñar y relanzar para este momento histórico los referentes de construcción de país, de lo contrario a lo que estaríamos asistiendo es a un show, más o menos previamente acordado, entre dos élites enfrentadas históricamente, pero que por un momento coyuntural se ponen a manteles en el propósito de definir sus propias suertes. ¿y la suerte del país qué?, los representantes del gobierno y sus impugnadores sitúan la acción política en un lugar que deja pasivamente a los ciudadanos esperando qué definen ellos y sus respectivos asesores y bases sociales, que las tienen sin duda, pero que no son todo el país.
Pongo sólo dos ejemplos a manera de pregunta:
¿Recoje esta agenda de diálogos, las bases para la salida estratégica institucional a los problemas irresolutos en el marco constitucional y legal actual, respecto de las etnias indígenas y afrodescendientes, de los despojados que inflan la ciudad en las márgenes y que hoy escasamente sobreviven?
¿Van a discutir en términos de poderes reales los temas de víctimas del conflicto armado, política agraria y de favorabilidad para la participación política, sin tener en cuenta importantes sectores de la población colombiana que no necesariamente se recogen en los actores sentados en una mesa de dos sillas?
El propósito de los diálogos es loable, ajalá avancen más que rápido sinceramente y con concreciones específicas; pero todo lo que pase ahí depende de la capacidad que tengan los interlocutores para abrir el espectro del diálogo hacia una perspectiva de construcción de país, lo cual implica, ni siquiera que pongan más sillas, sino que se generen ordenadamente las agendas y los espacios de conversación en un nuevo taller de país que permita avanzar en un nuevo pacto político incluyente de la diversidad regional, urbana, étnica y en términos generales social.
Los términos de un proceso constituyente quizás serían una posibilidad, a falta de otros más abiertos, que permitiría movilizar el cuerpo social hacia una dinámica refundacional del país, dado que lo tenemos tan desatartalado por todos los lados.
¿Estarán las élites colombianas dispuestas a eso?
¿Estará la insurgencia en capacidad de comprenderse como parte del país y sus problemas sentidos?
¿Estaremos los ciudadanos en capacidad de juntarnos a repensar el país y  a hacer que nuestras urgencias y dilemas cotidianos valgan en el diálogo?
Pues bien, el asunto a mi modo de ver va por ahí; toca afirmar que la paz es un derecho constitucional, toca hacer ejercicios de memoria para que no nos reduzcan el conflicto a un problemita entre el establecimiento y un sector del país alzado en armas; que nadie hable por los otros; abramos un diálogo sincero... de lo contrario estaremos repitiendo otro aburrido capítulo más de la misma novela.
Por lo pronto yo voy a sacar de mi biblioteca el viejo libro dieciochesco del socialista francés Ferdinan Lasalle QUE ES UNA CONSTITUCION, puede servir como literatura de fin de semana y de pronto para otros menesteres....
 Asuntos de las calles y del proyecto de país que nos llama. Pero ¿Cuál país?.

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