domingo, 24 de marzo de 2013

Domingo de Ramos:


Domingo de Ramos:

Un sol moderado, Cali comienza a desocuparse. El bárbaro urbano que viaja en busca de sosiego; en esta ciudad vacía los templos son visitados por las gentes más sedentarias, se trata de encontrar nuevos sentidos en viejos caminos, en hacer que el ritual de siempre funcione como el oráculo que deshoja destinos, amarra angustias y augurios de infortunio. La comunidad cerrada de antes, ahora vive dramáticamente su apertura. La fe se ha vuelto un tanto frágil y dispersa, se enclava en diversos objetos espirituales, no hay sol que acune estas existencias, no hay lunas que arrunchen estas indigencias sentimentales. En el zapping televisivo hay una gran lucha entre mensajes católicos, iglesias protestantes y cristianas, con los muñequitos de origen japonés, las tele-ventas y los enlatados gringos, ¿Cómo alguien con el televisor prendido podrá tener paz?
En fin, las mayorías prefieren irse por las ramas y no por los ramos, tomar las de Villadiego, esconderse de culebras y leones, dejar de ser tigres y anguilas para dejarse pastorear por un momento;  que te cuiden las niñeras del turismo, de los hoteles, de las aerolíneas; que te guarde la policía vial en las carreteras nacionales, que te escondan los ríos, las playas y las montañas; que la casita arquetípica campesina te deje ver la distancia con tus antepasados recientes; que el libro olvidado te saque de la resaca semanal y del marzo que de ordinario te acosa y te lastima. Total es tiempo de reflexión, o sea de arrepentimiento, ósea de pensar en las embarradas ósea de disculparse, ósea de renovar las fuerzas para que el resto del año no sea el despeñadero que promete.

Dirán que soy pesimista; pero no, todos sabemos que al final esperamos la resurrección, todos celebramos que antier gano Colombia en las eliminatorias a Brasil, todos esperamos que en la Habana los señores de la guerra y los de los negocios en el país, se pongan de acuerdo para dejar de matar; - bueno por lo menos unos de los que matan tiene  la intención-; todos esperamos que el stress económico internacional disminuya y no llegue a América Latina; todos esperamos que algunos alcaldes tomen el ejemplo de Benedicto y dejen de bloquear a nuestras ciudades con sus desmemoriadas decisiones, todos esperamos que la reforma a la salud por lo menos cambie el sentido de las colas que hacemos en las IPS para que nos atiendan, todos esperamos que terminen la doble calzada a Buenaventura y que en Cali el gobierno de turno diga cuándo es que va a desbloquear la Simón Bolívar, la Autopista y hasta la calle primera, ehh; pero, no nos pongamos inamenos, es domingo de ramos y se requiere tener paciencia y predisposición para reflexionar y renovar el camino después de la semana de pasión.
Pido perdón por las cosas que he hecho y que he dejado de hacer, por ejemplo por no visitar a los amig@s, esta semana tampoco lo hare;  pero si realizare un acto sublime, voy a darle descanso a Caracol y a RCN, a la revista Semana y al periódico el País, me libero de sus reducciones y de sus exageraciones, les perdono a sus dueños y a sus periodistas y anunciantes toda la pestilencia de sus intenciones y manipulaciones, perdono que mantienen y justifican la injusticia y la violencia, y que ayudan a que el país vaya tan mal. En fin voy a reencontrarme con Sábato, con Rodolfo Kusch y con Guimaraes rosas.

Y vos ¿qué vas a hacer?

viernes, 22 de marzo de 2013

El tiempo, el ritual y la ciudad.


Sólo hace poco fue navidad, las gentes en esa época se aglomeran, gastan buena parte de lo que han acumulado en el año, se juntan y se compiten entre sí por tener mayores posibilidades de compañía, calor y confort; son varios los rituales que confluyen en un mismo tiempo: el cierre de un calendario ¿Qué quedó?, el nacimiento del salvador, un mesías que nos lleve a buen destino ¡Somos, aún inconscientemente, profundamente religiosos!; el regreso de la diáspora familiar, la presencia del ausente que hipertrofia las líneas telefónicas y las redes sociales; el momento de la fiesta y el carnaval que trastoca días y horas, ocios y actividades anacrónicas que vuelven a vivir por instantes; hay momentos culminantes del fin del año, el día de los alumbrados o el inicio de las novenas, la llegada vía aérea de familiares queridos, la noche de la navidad, los días de feria y la noche de fin de año; todos ellos rituales de encuentro, de renovación de humanidad que a veces son acompañados del exceso de cosas, consumos estimulantes, alteradores de conciencia y sencillamente evocadores de sueños y deseos que habitan el tiempo de una fantasmatica colectiva profunda.
Y después ¿qué pasa?

Se vino enero con su realidad de a pie; las deudas, las partidas, los inicios del camino, la resaca, el “souvenir” que quedó, la foto para la posteridad, el lunes del año. De esas volutas del insomnio sólo nos saca el afán de marcar tarjeta, los retos que imaginamos el mes pasado o la nueva telenovela o ¿Por qué no?, la angustia de saber que el calendario corre pero nosotros no. Febrero nos va cogiendo el ritmo, los paraderos del transporte masivo ya comienzan a llenarse, los centros comerciales nos venden más barato lo que nos vendieron en diciembre ¡que rabia!, hay filas en los gota-gota y en los bancos, ya los trancones se vuelven insufribles, otra vez comienza el fútbol nacional y ya estamos en eliminatorias de mundial o cualquier cosa que se le parezca… seguimos derecho, nos cogió marzo, que cansancio, pasó el hastío y se vino la angustia de los días, los fines de semana se hacen cortos y los días laborales largos; para los más juiciosos ya los evaluadores reportan logros, pero las mayoría ya olvidaron los buenos propósitos, las metas y hasta los planeadores; la ciudad palpita, se hincha, ahora el ritual es de sacrificio, es de sudar la camiseta, el que piensa o duerme pierde, es ritual de día, de estar despierto, de ir a la mazmorra, de abrir camino. Hace calor y la piel guarda huellas de las justas y van quedando cicatrices en el cemento.

Y entonces, al final viene la tregua, unos días pal descanso, para verse el cuerpo, para revisar el cuarto, para mirar la fachada de la casa, para ver el amanecer del vecindario, para ver el atardecer del barrio, para ir de regreso al pueblo, para pagar las deudas, porque a lo mejor ya llegó algo de dinero; en fin, llego la Semana Santa y es la posibilidad de la reflexión, es, sí queremos, un momento de ritual de paz, de la paz que va de adentro para afuera; no la que cuadran en la Habana “los actores del conflicto”, y ¿será que nosotros no tenemos un conflicto con este sistema que nos oprime y nos escurre, que nos roba la experiencia y nos pone presos de un tiempo medido?

A lo mejor la Semana Santa que comienza con sus rituales religiosos, también como ritual del tiempo en la ciudad, -aquel que vacía las avenidas, que deja quieto el pavimento, que desocupa la movilidad de la urbe-, nos permite vivir un momento de paz. ¡Que las bandas dejen de matar!, !Que el gobierno deje de malversar los recursos públicos en auto publicidad y enriquecimiento ilícito!, ¡Que las élites nacionales, las dirigencias, dejen de regalar el país!, !Que los insurgentes paren sus acciones sediciosas!, ¡Que las mineras dejen sobrevivir el entorno ambiental!; pero bueno, también es posible que cada uno de nosotros haga una tregua y que podamos en reposo, pensar en los modos de vida en el país y en la ciudad; en el descanso es posible visualizar más el panorama de esta contemporaneidad que a veces nos agobia, pero que también puede ser la puerta a una nueva experiencia de vida en sociedad, que también puede implicar sobreponernos a la paquidérmica existencia a la cual nos quiere conducir un sistema deshumanizante que hace énfasis en las cosas y en la materialidad del mundo, más que en su espiritualidad y su humanidad.

Que tengan una buena semana de reflexión espiritual por la vida…
¡No más muertes en Santiago de Cali!, ¡no más violencia en el país! 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Una renuncia más y la seguridad urbana en Cali.

Un tema que puede ser de interés ordinario, que las noticias reducen a un asunto institucional, puede estar dando para un análisis más amplio; hasta el momento tenemos que el comandante de la policía metropolitana de Santiago de Cali, que ha ejercido en ese cargo por un año y tres meses, renunció o pidió “la baja” en el lenguaje castrense; adujo asuntos de salud, de orden familiar y personal, contando con que además ya cumplió sus años de servicio.
El alcalde de Cali que al parecer fue quien reveló la noticia siendo infidente con el comandante que estaba de vacaciones y se lo comentó al señor Guerrero en un plano personal, amplió el tema diciendo que el renunciado policía iría a recibir ofertas laborales al sector privado; las reacciones no se han hecho esperar por los sectores de opinión; los columnistas en algunos casos dicen que “se agotó por la falta de resultados”, que “no tuvo apoyo suficiente”, que “se le quitó al compromiso”; pero el Secretario de Gobierno, Convivencia y Seguridad de Cali, el señor Holguín, fue un poco mas allá y señaló con tono dolido, que Cali necesita un policía que “se meta en el problema de la ciudad y haga presencia en los sectores inseguros y no un policía de escritorio”. Este es, sin duda, un gesto de despedida bastante evaluativo de las autoridades municipales respecto al general Fabio Alejandro Castañeda…
¿Qué es lo que está pasando entonces con la dirección de la seguridad ciudadana en Santiago de Cali?, el asunto no es menor, las medidas que se han tomado son explícitas: el asesor nacional de seguridad ciudadana Francisco Lloreda definió hace meses un “Plan Piloto para Cali”, desde el tema vial se han implementado las cámaras de seguridad, recientemente ha llegado un bloque de búsqueda para las “bandas criminales” y desde la gestión nacional se han hecho anuncios de renovación tecnológica y de más personal. A pesar de eso, los indicadores y la percepción ciudadana son críticos en este tema, las cosas no mejoran. ¿Por qué un comandante deja un reto a medio camino, sobre todo cuando tiene todos esos respaldos y recursos a disposición?
Hay varias situaciones en las cuales se evidencia una posible respuesta: en recurrentes ocasiones a propósito de manifestaciones de los transportadores por el MIO se observó como el comandante trataba de mantener el orden ciudadano convocando a un dialogo con mensajes disuasivos, mientras miembros del gabinete como el secretario de tránsito lo conminaban a que reprimiera a los manifestantes utilizando un lenguaje por lo menos descortés con la ciudadanía que protestaba; cuando llegaron las noticias de más personal para controlar el delito el comandante retirado de la policía metropolitana fue explícito en expresar que esa era solo una parte, pero que se necesitaban iniciativas de resocialización y atención social de sectores más agresivos de la ciudad; cuando el alcalde a propósito de una escaramuza en el estadio Pascual Guerrero decidió no prestar el estadio para el fútbol, aunque sí lo ha estado haciendo para conciertos privados, el comandante Castañeda salió a decir que la policía estaba para garantizar el servicio y que se requería apoyar las iniciativas de barrismo social; cuando la policía en varias ocasiones cometió desmanes el general salió a dar la cara mas allá de lo convencional y del eufemístico “habrán investigaciones”, el policía fue y ofreció disculpas, excusas, perdón incluso, se dispuso a dialogar sobre las situaciones.
Lo cierto es que estos antecedentes chocan con los énfasis del alcalde y del secretario de gobierno, desesperados exigiendo capturas y resultados (a propósito de las encuestas y las esperadas elecciones de senado y cámara); problemático tema ya que el país sabe como estas actitudes descontextualizadas y resultadistas han terminado recientemente en la vergüenza de los falsos positivos. Se observan entonces varias disonancias: el policía ha tenido más talante preventivo y de construcción social de la seguridad y la convivencia, el alcalde y su secretario de gobierno están en una línea represiva y lo que han puesto a funcionar es el paquetazo nacional de Quico Lloreda. Vale la pena preguntarse ¿donde está la política específica que debe orientar el alcalde de Cali como primer autoridad constitucional sobre este Municipio?, ¿será que lo está delegando excesivamente en el gobierno nacional?, y el secretario de gobierno ¿no será que tiene es un afán electoral?
Se observa pues que en el fondo de la renuncia posiblemente haya una necesaria discusión sobre la política de seguridad y convivencia en la ciudad; todos estos paquetacos tecnológicos y estas estrategias certificadas por organismos multilaterales en realidad en lo que terminan es endeudando mas al país, siendo negocio pulpito para las multinacionales y sus “comisionistas”, aunándose la gran cantidad de mentiras escondidas en las cifras oficiales que maquillan y maquillan lo que todos sabemos que pasa en el cotidiano. Mientras tanto la situación de ruptura de la confianza institucional y la fractura de la solidaridad ciudadana se acrecienta pues no hay medidas de construcción social de la convivencia, en eso, ya está claro, el gobierno del doctor Guerrero es cada vez más deficitario.
Sabemos que estas problemáticas de ciudad se resuelven con un horizonte de país a mediano y largo plazo: Reforma y fortalecimiento a la justicia, reforma a la policía, reforma al régimen de competencias Departamentales y Municipales, pues en la última década hemos asistido a una recentralización del Estado colombiano; pero también una mejoría pasaría por los avances en la construcción de paz y en el desarrollo de políticas de desarme; sin embargo, en el plano local y en el corto plazo es menester visualizar las medidas en torno la construcción del lazo social y a la operación de las instituciones locales de seguridad, a la promoción de la vida y la inclusión de la juventud caleña, sin que se entregue por parte del alcalde la competencia para definir una política específica, porque desde Harvard, Oxford o Bogotá las cosas se ven muy armoniosas y cuadraditas, pero en la vida local estos asuntos tienen otros tonos.
La renuncia del general Castañeda, implicará que llega otro general, ojalá que el que llega mantenga la postura civil y respetuosa -que a pesar de sus resultados y más allá de sus posibilidades- mantuvo el general Castañeda y ojalá que la ciudadanía pueda sopesar los énfasis que el actual gobierno municipal está posicionando respecto a un asunto que nos compete a todos

martes, 12 de marzo de 2013

Cali sepia por la tercera al atardecer



No hay lugar que arrope esta melancolía de atardecer en nuestras ciudades extraviadas. Así se vive esta cantinita anacrónica navegando sobre el medio día en la que se sientan posaderas raídas, ojos disipados en la penumbra, horizontes cruzados; esas pieles ajadas que se rejuvenecen en cada melodía, secretos en voz baja, ritmos acompasados que acarician con la mirada un atardecer caleño donde se ve el sol haciendo de las suyas en los andenes, mientras un arrabal infinito se esconde en las esquirlas de los edificios viejos que no guardan jubilaciones, ni honores, solo recuerdos y hasta esperanzas y ensoñaciones perdidas...

Desde el fresco de un carajillo recargado el barrio viejo vuelve a vivir, en el adentro donde “ fumando espero al hombre que yo quiero”… ella mira tras la mesa arrabalera el caminar cansino de los parroquianos que vuelven a la labor sin siesta; serán funcionarios municipales o dependientes de algún negocio; en el adentro, viendo el mundo tras el escaparate él siente el golpe de la música que lo abofetea”madero de nave que naufragó, piedra rodante sobre sí misma, alma doliente vagando a solas en playa sola, así soy yo, la línea recta que convirgió porque la tuya al final vivió…”, y se apura un cristal con trago doble, son las dos de la tarde, pero… qué más da.

El vidrio nos distancia de un calor infernal, lotería, lotería, juega la de hoy que es la suya, la piña, la piña, la piña, pal calor; le tengo el cuchillo multi-usos sirve hasta pa la suegra, ojo que viene el lobo, viene el lobo, el lobo. Todo pasa y todo queda. Azota Cali que las esperanzas no se jubilan, que la risa se da gratis aquí, que están negociando en La Habana y en las carreteras le dan garrote a manifestantes de una u otra causa; ¿será que a Santos le dan el Nobel?, será un Nobel al que no le prenden velas; aquí el chiste nos pierde de la desgracia; que ahí mejor no me meto; es mejor quedarse en la cantina de mala muerte, de mala reputación, eso es sabido desde hace como sesenta años… adentro esta rico el café, sesenta años trabajando y ¿para qué?, allá los que corren a la inquisición del patrón. Amor de acetato que rompe la hora industrial, melodía que canta como los luceros que más tarde llegarán festivos y carnavalescos; aunque ya no se sabe, porque el cielo se esfuma con el tal cambio climático…

Ahora entre la sombrita que nos acoge rueda la conversa; ella y él se aguzan a criticar, suena Desengañados de Orlando Contreras, ¿qué se conversa? que el policía se cansó de perseguir bandidos y su júbilo, que mejor se fue a trabajar en una empresa privada; claro es que con todas esas medallas el capital lo pone a valer… que mataron otro taxista, a los centros comerciales mejor ni ir, están dando plomo de ñapa, que están berracos con el alcalde, pero ¿quién no?, ¿no será que toma las de Benedicto?; en fin, que el ácido en el rostro está de moda, que horror ya no se pelea sino que se tira por la espalda, por eso es mejor sentarse contra la pared; aquí el que da la espalda en esta ciudad tiene el riesgo de salir “muñeco”, mejor venga deme un abracito mami, venga papi siéntese aquí y gasta algo que no sea suela de zapato

Caramelos que van de boca en boca, un brandicito pal café, resuenan las historias, se mezclan, lo que más circula no es lo que nos pasó sino lo que nos contaron que le pasó a otros; el deporte municipal: dicen que dijeron, es criticar sobre todo a lo otro y a los otros; pasa la tarde, el sol no quiere aflojar, la calle si afloja, nunca esta calle tercera, la tercera de la ciudad que llegó solo después de la primera y la segunda, se guarda sus secretos; todo va como a la espera de que llegue la brisa, ahora vuelve a llenarse el viejo caminillo hasta fuera de los andenes; la cantina arroja ahora sus notas melodiosas del arrabal para el bohío o para el manglar y los cuerpos como palmeras agitan el pavimento; sudor en las calles, fluidos que van al río, olores que viajan con el viento fantasmal de los cañaverales que ya no existen pero suenan, suenan y sobre todo saben a dulzuras en los labios rojos que se muerden persiguiendo alguna quimera aparecida una y otra vez, adentro y afuera, donde está el mismo cielo que nos arropa con sus lunas y sus soles; que cosa que no para el calor y eso que dicen que yo no me quejo, que no sé qué es el calor; no claro que no, es que yo soy parte del calorcito de esta ciudad que se traga todo lo que llegue, como se traga la garganta funcional todo el peregrinar popular del que está hecha la urbe; suda Cali, suda que ya viene la ventisca y con ella la paz…o quizás, la guerra que vendrá…

miércoles, 6 de marzo de 2013

Chávez y la paz en Colombia


Sin duda, el difunto venezolano Hugo Chávez es un personaje polémico, pero ¿Quién que tenga vida y se empeñe en proyectos colectivos no lo es?; se fue el militar, el político popular, el estadista, el revolucionario latinoamericano, el mulato cantor y bonachón que encarnó la etnicidad redimida de unas etnias vencidas que caminan martirizadas por las escenas rurales y urbanas de nuestra América Latina. También se fue Chávez el dictador, el arbitrario, el expropiador, el egocéntrico, el autoritario, el ignorante; epítetos con los cuales las oligarquías nacionales, los parnasos internacionales del imperio y los bufones de un modernismo liberalizante, lo tildaron una y otra vez.

Creo que a los colombianos, vecinos y ligados a Venezuela por una frontera caliente, selvática y desconocida, nos cuesta mucho comprender las dimensiones de Chávez para América Latina; si en Colombia las grandes mayorías estamos de espaldas a la vida política y a los destinos colectivos propios, mientras habitamos el rebusque y la sobrevivencia, ¿cómo vamos a comprender las particularidades políticas de un país vecino y hermano, tan diferente a nosotros?, Venezuela se hizo en el siglo XX a expensas del petróleo, pero ya desde el siglo XIX, armó su nacionalidad con base a un gran sincretismo de regiones que le implicó generar, en medio de una realidad social injusta y desigual como la nuestra, un “ethos” más integrado de sus regiones y de sus modos culturales; Colombia en cambio, fue agrario hasta más acá del siglo pasado, a pesar de su reciente urbanización sigue siendo un país de regiones muy marcadas, con fuertes niveles de fragmentación social y cultural en sus ciudades que en justicia concentran en Cali, Medellín y Bogotá las mayorías de un país que no sabe como llegó a hacinarse en sus urbes, urbes que se ven el espejo de los escaparates y los enlatados televisivos gringos.

Por esa razón y por una herencia común de los colombianos que habitamos las ciudades con las élites y clases medias venezolanas que consiste en ser permeados por el modo de vida gringa, -ellos por el influjo de la compra petrolera, nosotros y, últimamente ellos, por el negocio de las drogas-, a la mayoría de los colombianos promedio nos cuesta entender a Chávez y al chavismo; nos parece grosero, impulsivo, petulante, retrogrado, atrabiliario. Se atraviesa además el hecho de que fácilmente se asimila el bolivarianismo de Chávez con el bolivarianismo de las FARC, que seguramente tienen un núcleo común, pero que si se lee despacio, tienen sutiles diferencias e implicaciones y este punto ya introduce a Chávez en el conflicto colombiano y como todos dicen, en una pieza clave, aún muerto, para el logro de la tan eufemística y anhelada paz.

Lo que no vemos claramente desde esta frontera es lo que hizo este mulato venezolano como gestor político: generó un proceso de pensamiento colectivo en búsqueda del conocimiento propio, reivindicó al negro, al indígena, al mestizo desposeído de los campos y las ciudades, fue a la discusión con las bases históricas y culturales del país para proponer una nueva república basada en una lectura de los escenarios de Venezuela desde la sensibilidad de las mayorías desposeídas; fomentó desde el Estado y sus obras de gobierno políticas de igualdad e inclusión, es decir, hizo que los venezolanos supieran qué es y para qué sirve un Estado con sus políticas sociales, echó del país a los parias que en dos siglos se habían adueñado de todo lo que existía en Venezuela, redefinió los términos de manejo del monopolio del petróleo, fortaleciendo la soberanía y el uso de los recursos públicos; fomentó la integración latinoamericana volviéndonos a recordar que estas cordilleras, estos mares y valles son un solo continente que fue colonizado y que sigue preso de determinaciones externas de las potencias de occidente; si, renovó las razones para la autodeterminación de América Latina; todo esto lo hizo por la fuerza de la razón y con pasión, obedeciendo y escuchando su pueblo, sin desisntitucionalizar al país, sino construyendo una nueva y renovada institucionalidad. Esa es la estatura de un Chávez que no alcanzamos a ver en Colombia; es la estatura de un revolucionario que hizo sentir su ternura entregándose a la redención de los más desposeídos de su pueblo.

Eso no pasa en Colombia, donde banderas y próceres se usan para encubrir el clasismo, donde la barbarie de las violencias expropiadoras y las prácticas de narcotráfico que operan unas y otras elites, incluso muchas de las que promueven una agenda alternativa, se tragan las posibilidades de ejercer políticas dignas… por eso no tenemos gafas para ver los alcances del chavismo, porque tenemos una cultura política bloqueada y una elites políticas de todas las orillas que gustan de definir los destinos de la nación a puerta cerrada, sin comprender, ni consultar los designios del soberano, pueblo que sufre y calla, sin necesidad de que lo manden a callar.

Vuelvo a decirlo, nuestra percepción del chavismo en Colombia está marcada por lo que nos desune que es el conflicto armado, en ese horizonte, el sentido de paz que podemos retomar de Chávez para Colombia y ampliamente para América Latina, mas que contribuir a un acuerdo entre agentes de varias guerras vividas en Colombia, sin protocolos, que no guardan actas de sus víctimas, ni de los victimarios, no es un proceso en el cual las élites de uno y otro lado se disculpen y sigamos como vamos: la paz que nos lega Chávez es el sentimiento de descolonización, es la necesidad de refundar la república latinoamericana, es el llamado a sacrificar la comodidad de la parcela y la modorra colectiva para reconstruir desde la escucha de nuestros pueblos en sus dolores y en sus fiestas, en sus pesadillas y sus carnavales, las bases culturales, económicas y sociales de unos países destartalados y hechos girones por unas minorías liberales europeizadas y/o agringadas.

Larga vida para el chavismo en Venezuela.

Descanse en paz Comandante Chávez.

Vamos caminando por los rostros de América Latina para hacer sentir el cuerpo de la Patria Grande que se mueve, se mueve…

Por ahí en la esquina esta Chávez…